Jueves 3 

Hemos ido a buscar materiales. Acompaño a JB a San Lorenzo. Nos lleva un emprendedor local en una camioneta blanca a las afueras de Salta. Su trabajo en una oficina de desarrollo inmobiliario tiene a cargo un gran proyecto que comienza a brotar en un barrio empresarial y residencial. Salir de Salta en busca de materiales es también la oportunidad para saber mejor dónde estamos. El montaje revela siempre ese interés: saber dónde estamos, trabajar desde el lugar, armar vínculos con la realidad local. Aprender a mirar lo que está en otra escala de espacio y tiempo es una aspiración necesaria para saber nombrar y poder señalar lo que pasa desapercibido. En el barrio de San Lorenzo Chico, lo que encontramos es un desarrollo con enormes cantidades de hormigón para armar un mall, un centro de negocios, un área wellness… modos de vida internacional. Todo un proyecto propio del modo de vida global que desplaza una importante cantidad de recursos de forma cerrada. La vida en Dubái, en Atlanta o en Salta construye espacios para reproducir el modo de circulación del capital.  

El modo de incorporar el trabajo en la realidad local de Salta ha sido todo un proceso en el montaje en distintos niveles. Por supuesto, hemos incorporado piezas materiales extraídas del sitio de construcción del futuro de Salta, en San Lorenzo Chico: son retazos de estructuras empleadas en la construcción. O sea, subestructuras, elementos condenados al descarte. La relación con esos elementos preparados para sustentar los procesos principales de edificación aparece en la obra JB con una presencia casi totémica. De pronto, un gastado enconfrado para armar columnas de hormigón se convierte en un objeto escultórico por derecho propio. ¿Qué ha permitido esa reaparición transformadora? Tenemos que pensar en la agencia del artista que desplaza los objetos y desatiende las divisiones establecidas, para convertirse en una persona que propone otras relaciones con lo que nos rodea. Justamente esa forma transformadora, que cuenta, por supuesto, con la ayuda del museo como espacio de consagración instituyente, supone un “retorno a las cosas”. Si las pancartas de cartón de JCA cobraron vida ayer por la marcha ocurrida en la ciudad, hoy el trabajo de traslado que realiza JB reactiva los materiales y pone el punto de interrogación sobre la relación que debe sostener el museo, el artista y el espacio circundante. 

Notar también que ayer se incorporaron nuevas trenzas al proyecto de VG, Tiempo de espera. Son las colaboraciones traídas por los voluntarios locales que acudieron al llamado lanzado para participar con el montaje, gracias a la buena gestión de Roxana Ramos. Aylen, Martín, Cecilia y otrxs estudiante aparecen ahora con trenzas armadas con materiales locales (cuero, coirón, crin). La actualización de este trabajo ha sido producto de la acción participativa. En realidad, la pieza es la encarnación de un acto colectivo: a diferencia del montaje anterior en Chillán, esta vez VG ha dejado que la intervención desfigure la noción de autor. El trabajo aparece entonces como un textil de muchas manos, un modo de realización que sigue una posta desde aquellas personas que trenzaron en su intimidad hasta la recombinación del montaje que ahora se exhibe como un recuerdo que sigue latente. ¿Dónde el origen, dónde la autora, dónde la mano, dónde el gesto?    

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