Reflexiones sobre el montaje por Virginia Guilisasti


“Tiempo de espera” fue muy acogida ya semanas antes de aterrizar en Salta. La verdad es que nunca imaginé lo mágico y abundante que se sentiría trabajar en colaboración. Compartir da energía, apoyo, activa y nutre, y todo queda reflejado en la obra. Es como preparar una comida en comunidad y sentarte a la mesa; se percibe la variedad de sabores.


Lo que me demoré en montar en Salta fueron solo cuatro días; solo me tomó una mañana ordenar el muro de trenzas. Me encantó ver la fluidez con la que se organizaban, como si cada lugar ya tuviera un nombre: More, Martín, Ceci, Aylen. Eran manos de una misma energía, llenas de vitalidad, donde comenzamos con el ritual y no descansamos hasta rellenar cada huequito del vacío del muro.


Quiero destacar que las artistas salteñas Carmen Esnaola y Roxana Ramos me colaboraron a distancia, vinculando a alumnos y pares para realizar un montaje asistido. Así llegaron al museo Panchi y Julieta, quienes, además de ser como hermanas, me ayudaron a contar el calendario. Cuando llegó Carmen, había poco que hacer: el trabajo estaba realizado.


La colaboración me hace ver que no estoy sola y que el sentir es colectivo. Nos apoyamos unas a otras en esta vereda paralela, uniendo fuerzas y construyendo una red potente, encausadas por un mismo fin. Cada una de nosotras tiene una vida singular; nuestra forma de actuar y crear refleja nuestras crianzas y orígenes. Cuando se juntan más de cinco personas para realizar una misma acción, los procesos se diversifican, enriqueciendo la obra. Así sucedió con la creación de las 2160 trenzas y luego con el montaje en Salta.


El arte en colaboración trasciende la mera creación; se convierte en un tejido de relaciones afectivas que se entrelazan y fortalecen en cada paso del proceso. Es en este espacio compartido donde florecen ideas, se nutren visiones y se forjan lazos profundos. La magia de trabajar juntas nos permite experimentar el arte no solo como un producto, sino como un encuentro humano que refleja nuestras vivencias y emociones. Cada trenza, cada detalle del montaje, cuenta una historia de apoyo y solidaridad que perdura más allá de la obra misma.


Quiero agradecer a las trenzadoras y montajistas, que unieron fuerzas de distintos lugares y tiempos, pero con un fino hilo de unión:


Lucía Vázquez  

Magdalena Prado  

Gabriela del Río  

María Claro  

Carola Brinck  

Magdalena Astorquiza  

Alicia Rinsche  

Aranzazu Ocariz  

Paulina Arrieta  

Roberta Rebori  

Jimena González  

Paola Venegas  

Cecilia Garzón  

More Bayón  

Aylen Fiad  

Martín Lescano  

Francisca Coll  

Julieta Saa  

Carmen Esnaola  

Bernardo Corcés  

Mayra Cabrera  

Franco Tolaba  



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